miércoles, 15 de enero de 2014

'Monsters'


Dirección: Gareth Edwards
Guión: Gareth Edwards
Música: Jon Hopkins
Fotografía: Gareth Edwards
Reparto: Scott McNairy, Whitney Able
Duración: 94 minutos
Productora: Vertigo Films
Nacionalidad: Gran Bretaña
Monsters comienza con unos militares abatiendo a tiros a una criatura que no es de este planeta, grabado con cámara al hombro y con el filtro de infrarrojos activado, y en una escena que parece sacada de los descartes de Cloverfield (me niego a usar el nombre que, siguiendo la tradición de cargarse títulos, se le dio en España). En el mismo tono, los carteles (como el de la derecha) y trailers lanzados para darle promoción a la película parecen hablarnos en la misma dirección que esta primera escena: vamos a ver una película de personas huyendo de bichos muy malos y muy feos grabada con problemas de estabilidad. Pero Monsters no va de eso.

Tarda poco en quitarnos esa idea de la cabeza. Quince minutos después, la película parece jugar a algo similar a lo que intentaba Distrito 9: contarnos como afectaría la llegada de vida alienígena a la tierra, sin invasiones, ni ultimátum; sencillamente, ahora están ahí. La producción de Monsters, desde luego, no se queda corta respecto a la obra de Neil Blomkamp, y muestra una enorme colección de detalles (cartelería, graffitis, etc) que crean una atmósfera totalmente creíble para el discurso de la película. Pero Monsters, en realidad, tampoco va a de eso. Al menos, no del todo.

Monsters es, sobre todo, una road movie. Se nos presentan dos personajes: un fotógrafo destinado a México para cubrir lo que está sucediendo desde que aparecieron  los alienígenas (Scott McNairy) es requerido por su jefe para que se encargue de que su hija (Whitney Able) llegue sana y salva a casa. Son dos completos desconocidos que se encuentran, cada uno a su manera, perdidos, y que se ven obligados a compartir su viaje de vuelta al hogar con la esperanza de que allí encuentren la respuesta que buscan, pese a que, en el fondo, saben que no será así. 

La presencia extraterrestre, la zona de cuarentena, los bombardeos; todo eso no
deja de ser un telón de fondo para contar la historia de dos personas perdidas. Al mismo tiempo, deja entrever una crítica bastante directa a la forma en la que EEUU suele arreglarlo todo (con muchos kilos de explosivos), y a la situación de este país con la inmigración procedente de sus vecinos del sur. ¿Son necesarios calamares anfibios de 12 metros para contar esto? Probablemente no. Pero no seré yo el que se queje. 

De hecho, la vida de Monsters habría sido más sencilla si se hubiese limitado a ser una road movie convencional. Muchas de las críticas negativas que ha recibido se deben, precisamente, a que muchos espectadores esperaban ver una película como las que he mencionado en los dos primeros párrafos, y no son capaces de superar esa pequeña decepción inicial para disfrutar de una historia bien narrada y hecha con cuatro duros.

También es posible que sea cosa mía. Suelo sentir simpatía por las películas que sacan petróleo de presupuestos muy limitados. Esta, concretamente, costó 500.000 dólares, con lo que pudieron pagar el sueldo de dos actores, un tour por Centroamérica, siete personas de equipo técnico, y varios meses de encierro por parte del director para montarla y crear los efectos visuales en la intimidad de su cuarto. Algún homenaje a Onán caería, pero creo que está más que justificado.

Con estos resultados, a Gareth Edwards (el director de todo esto) le han dado el reboot de Godzilla, con Bryan Cranston, Aaron Johnson y Elizabeth Olsen, y con bastante más dinero para gastar en putas y cocaína. Si le saca la mitad del rendimiento que aquí, yo compro.

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