martes, 17 de diciembre de 2013

'Runaways', la adolescencia según Vaughan


Título original: Runaways vol. 1-3
Creador: Brian K. Vaughan, Adrian Alphona
Guión: Brian K. Vaughan, Joss Whedon, 
Kathryn Immonen, Terry Moore
Dibujo: Adrian Alphona, Sara Pichelli
Editado en España por Panini
Me habría gustado que el primer cómic americano que compré, aquél que me inició a esto y motivó que me haya estado dejando dinero mes tras mes en acudir a la tienda de turno, hubiese sido algún título importante de verdad. Podría haber sido un clásico, como la Patrulla X de Claremont, o Los Vengadores de Busiek, por decir algo, pero me pillaron demasiado joven. Podría, incluso, haber sido algún macroevento, tipo Civil War o Crisis Final, pero no. Ese no fue mi caso. El primer cómic, de Marvel en este caso, al que le puse la mano encima fue Runaways. Concretamente, el número 24 del segundo volumen de la colección. Los motivos que me llevaron a escoger ese de entre todos los que había los desconozco, pero imagino que tener a un tipo con pose de fucker y un velocirraptor en la portada ayudó.  

Lo que me encontré dentro, además, tenía poco que ver con lo que uno espera de un cómic de superhéroes. No había trajes de spandex, ni nombres en clave para proteger a sus familiares. Tampoco había grandes amenazas arrasando Nueva York ya que, para empezar, esto transcurría en Los Angeles. En su lugar pude conocer a un grupo de chavales de mi edad (por aquel entonces, al menos) que no tenían bastante con hacer frente a la caraja mental que suele acompañar a esa época vital, sino que además lidiaban con el hecho de tener poderes y, para colmo, ser hijos de un grupo de supervillanos. 

Quizá la premisa no sea la más atractiva de la historia, lo reconozco, pero a mi me enganchó. En parte por haberla conocido en el momento adecuado, y en parte por el buen hacer de Brian K. Vaughan, padre de la criatura y guionista de la serie en su mayor parte, quien demuestra que no por escribir adolescentes (y para adolescentes) tienes que tratar a ambos como si fuesen oligofrénicos. Te miro a ti, Stephanie Meyer.
Al fin y al cabo, de eso va Runaways: de la adolescencia. De tener la cabeza hecha un lío, de descubrir qué es lo que, y perdonen la falta de delicadeza, te la pone gorda. De darte cuenta que la edad adulta está ahí al lado y tienes que decidir qué clase de persona quieres ser, y el único espejo en el que puedes mirarte son tus padres, y lo que ves podría no gustarte. Porque son aburridos, calvos, gordos, o en este caso, supervillanos. 


Nico Minoru y Chase Stein.
Portada nº30, vol. 1
Es el tino de Vaughan a la hora de plasmar todo eso lo que hace que la serie valga la pena, para lo que se vale de unos personajes de nuevo cuño perfectamente perfilados e identificables, los cuales tienen que sufrir su pubertad al mismo tiempo que se enfrentan a todo un mundo nuevo plagado de los elementos habituales del cómic pijamero (viajes en el tiempo, alienígenas, magia arcana, mutantes y demás). Todo esto cautivó a un buen número de lectores, e incluso al jodido Joss Whedon, que llegó a escribir un pequeño arco para la serie, la cual, por cierto, le viene como anillo al dedo.

Tras algunos cambios creativos, como la entrada del tándem Immonen-Pichelli, y la progresiva pérdida de lectores de la cabecera, esta acabó siendo cancelada en el número 14 del tercer volumen, en noviembre de 2009. Sin embargo, Marvel no se olvidó de ellos, ya que tienen en marcha una película del grupo, decisión bastante lógica teniendo en cuenta el actual furor de Hollywood por las sagas protagonizadas por adolescentes. Además, varios de ellos han aparecido en otras colecciones, como Daken o Jóvenes Vengadores, y sobre todo, en Avengers Arena, ese Battle Royale marvelita, donde Nico Minoru y Chase Stein gozaban de bastante protagonismo, y donde demostraban, o así lo quiero creer yo, que todavía hay esperanza para las nuevas generaciones.


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